Tenía frío, mucho frío.
Todavía tengo frío, era una
noche muy helada y esos gélidos
hielos aún recorren este
otro lugar… el más importante.
En cada pedacito en el cual
estaba mi razón, mi confianza
y mi querer, se fueron haciendo
humo, se evaporaban hacia
el infinito del recuerdo. A ese lugar
en el cual todos vamos de repente, aunque
sea por algunos segundos
y queremos que se hagan una eternidad.
Ese fue el fin, el crepúsculo había
terminado, el sol
se había esfumado. Venus aparecía y tú...
tranquilamente te morías.