20 ago 2013

Una buena Tormenta

El reloj marcaba el tic tac y la Luna caminaba por el cielo.
Era una lluvia, eran chubascos de palabras,
una gotera… caía el aguacero.


La emoción viajaba como un tren bala,
mientras yo disfrutaba de toda esa agua.
Caía y caía, se acumulaba, 
formando un charco mientras la hora pasaba.

La tormenta seguía, seguía con entusiasmo,
era lo que necesitaba... vientos de cambio.
Alegrías, corazones, risas y demases,
es lo que trajo esta lluvia a mi paisaje.


Feliz chapoteaba, mojado yo ya estaba.
Nadando y nadando mi cuerpo fue viajando.
La sonrisa en mi cara era la respuesta...
Qué gran suceso, ¡mi vida a dado una vuelta!  

9 nov 2012

Sentimientos Encontrados

  Es raro lo que me pasa, no suelo sentirme así siempre, pero mi ánimo últimamente ha tenido altos y bajos. Tanpoco suelo escribir sobre esto, porque no me hago el tiempo para hacerlo, pero ahora lo tengo, y siempre estas cosas ayudan a aclarar un poco la mente.

  Bueno, el tema es que hace 11 días atrás pasó algo que nunca esperé que pasara, pero que siempre quise. Y de eso se trata el poema anterior. Eso me mantuvo bien feliz por varios días, pero al mismo tiempo me mataba la ansiedad porque quería que "alguien" leyera ese poema y me dijera qué onda... pasaron días, casi 7 días en realidad, y al final tuve respuesta, no la que esperaba, pero la tuve. Con eso volvió un poco la tranquilidad en mí, pero después me puse a divagar en mi mente y me dio lata. Yo soy re bueno para imaginarme cosas que no son y pasarme rollos, pienso de sobre manera algunas cosas que al final me terminan bajando el ánimo un poco, pero bueno, no sé si pueda mejorar eso, soy así. Volviendo al tema, me dio lata porque al menos esperaba un "gracias", algo que se acercara a lo que es la personalidad del aludido, pero no... recibí solo unas disculpas por lo tarde que lo habían leído, las cuales acepté, porque no importaba  en el tiempo que lo leyera, solamente que lo hiciera.

  Entiendo perfectamente el por qué de la espera o que simplemente se te pasara decirme algo más, o también puede ser que te incomodó el poema, por eso no quisiste decir mucho, o no sé qué chucha, pero algunas veces me pongo tan sensible y sobre todo contigo, que me empiezo a cuestionar muchas cosas y se vuelve un círculo vicioso como el que estoy haciendo ahora en mi mente... Yo con un "gracias" quedaba más que pagado.

  Primero me gustaste mucho, pasaron los meses y entendí que nunca te tendría y quedaste como mi amor platónico, luego la cosa fue bajando y bajando mientras yo conocía a más gente...ya te estaba olvidando, "matando" como decía el poema, pero "Regresaste" y parece que yo prendo como pasto seco, así que acepté y casi todo volvió a como era antes, casi todo, porque maduré un poquito.

  Lo tomé simplemente como lo que pasó ahí, no fue ni más ni menos que eso, pero tampoco le quito el peso de lo que significó para mí. Toda esa tarde fue genial, tooda. Y sí, muchas gracias.

 
Pero sigo en una disyuntiva. No sé si seguir teniéndote en mi cabeza, te pienso todo el día y toda la noche. Ayer me pasó que preferí seguir durmiendo y soñar contigo que levantarme y salir. Me siento extraño. Pensé en conquistarte, pero no lo sé. Siempre has sabido mis sentimientos hacia ti y tú me has dicho que si me hubieses conocido en otro tiempo, la cosa sería distinta... pero no sé qué hacer. No quiero sentirme vacío sintiendo nada por alguien. Algunas veces pienso que son más grandes las pequeñas alegrías que me dan al leerte o ver una foto tuya que estar respirando, viviendo, sin nada en el corazón, estando como ahí no más... latiendo.


1 nov 2012

Regresaste


Quise matarte en el pasado, ese pasado
que ni yo me lo hubiese imaginado.
Quise matarte porque ya lo había entendido,
porque yo ya había crecido.
Quise matarte la semana pasada
porque me hice la idea de que conmigo ya no estabas.

Pero cambiaste… y me transformaste,
me hiciste pequeño, me volviste joven,
te disfrazaste de mago y… ¡Abracadabra!
me convertí en risas.
Fui el único espectador, el que aplaudió más fuerte,
el que se rió con más ganas,
el que agradeció el show, el gran espectáculo,
Tú.

Me volviste un niño, pero un niño diferente…
No el niño de Abril, no el niño de Mayo,
sino que un niño que ha caminado más,
que conoce un poco a ese mago que hace reír a muchos
Ese mago que debe ser muy afortunado por lo que tiene.
(¡Debe ser uno excelente!)


Caminé… caminé… caminé poquito, pero lo hice.
Lo hice entendiendo cada sendero y sin arrepentirme
de los pasos que di y las huellas que dejé
(bueno, creo que si lamento algo).
Por lo mismo ahora comprendo mejor las cosas,
las vivo y las dejo fluir cual gota de agua
cae por las cascada.

Hubiese dado más, no me costaba mucho dar otro salto.
Hubiese dado más, dejar pasar el tiempo al ver tus ojos en esa despedida.
Hubiese dado más, simplemente quedarme tranquilo ahí… contigo.

Pero  no importa, porque feliz estoy igual,
feliz por ese regalo, feliz por todos esos puntos…
que van más allá de simples roces, es el tiempo lo que vale.

8 oct 2012

Ser yo.

Crea otro Universo.
Recorre un nuevo camino en ese mundo.
Salta intentando alcanzar la felicidad que se encuentra en las copas de los árboles.
Sueña por horas, por mil horas... y luego olvídalo.

Olvídalo. Simple... Olvídalo.
Camina por la orilla de ese mar deseoso de humanidad, de calor, de querer evaporarse.
Siente cómo la arena te recuerda ese pasado, te recuerda ese cariño sin retorno...
Recuerda ese nombre. A ese hombre.

Risas, siempre risas disfrazadas.
Sí, solo un atuendo barato, solo algo superficial, casi una mentira.
Te controlan, te nublan la cabeza, te dicen cosas que no son, pintan otra realidad.
Y ahí las dejas. Y ahí te quedas. Y ahí te atrapan.

Quédate con el futuro. Desecha esa esperanza vaga e inútil.
Quédate solo y corre descalzo bajo el amarillo sol del mediodía.
Quédate saltando, porque alcanzarás las copas de los árboles.
Quédate contigo mismo, con tu sombra... con tu Ser.

4 ago 2012

Salvador y la Luna


– ¿Sabes que no tengo qué hacer y por eso estoy aquí?
–  ¿De verdad no tienes qué hacer? – Dijo la Luna.
– Nada de nada – Contestó  Salvador.
– ¿No tienes nada qué hacer o no quieres hacer nada mejor dicho? – Preguntó ella con una voz autoritaria.
– Eh…Bueno, te diré. – Comenzó él – Lo que pasa es que estoy aburrido, mi mente ya no quiere funcionar, ya no puedo imaginar nada, por eso es que estoy aquí en la arena haciéndote compañía… como te veo tan solita…
– ¿Pero quién te dijo que yo estoy sola?, ¿No ves que todas las estrellas me acompañan? – Replicó en un tono enojada.
– Yo te veo solita ahí. No hay ninguna otra luna que te acompañe,  parece que las estrellas no te hablan y lo más probable es que ni te escuchen, porque están muy, muy lejos.  – Señaló el pequeño niño.

La Luna se quedó callada mirándolo a los ojos.

Salvador preguntó: – ¿Ahora te puedo acompañar?, ¿Si? – Miraba a la Luna con cara de ternura esperando su respuesta.

Ella lo seguía mirando, viendo sus vidriados ojos. De un momento a otro su rostro cambió y con una sonrisa en él dijo: – Bueno, me puedes acompañar. Podemos platicar un poco para no aburrirnos.

El pequeño la escuchaba atentamente, ya no seguía jugando con la arena. En su cara también se dibujaba una linda risa, un tanto juguetona.

– Entonces comencemos. Pero empieza tú, porque a mí no se me ocurre nada todavía. – Manifestó  el inquieto niño mientras se entretenía moviendo sus pies en la arena esperando la pregunta de la Luna.
–Bueno, empiezo yo – Dijo ella – ¿Por qué estás aquí en la playa y no en otro lugar?
– Porque me gusta mucho la playa, la arena, el mar… Todo esto que ves aquí es como mi segunda casa. No conozco otro lugar más bonito que este, además estás tú arriba embelleciendo todo esto más.

La Luna se sonrojó, rió y luego le dijo: – Muchas gracias por el halago.
– De nada.
– Ahora es tu turno de preguntarme lo que quieras… Soy toda oídos.

Salvador pensaba  su pregunta mientras tanto hacía caer pequeñas piedrecillas desde su mano. De vez en cuando miraba la cara de la Luna intentando hallar algo. Finalmente alzó su voz: – ¿No te aburres ahí en el cielo estando tan solita?

La Luna lo miró atentamente intentando encontrar respuesta alguna. Pasaron largos segundos en los que se cruzaban algunas miradas y pequeñas sonrisas…

Lo que en realidad pasaba era que la Luna no quería responder. No quería aceptar que casi siempre se encontraba sola y que en verdad se aburría mucho allá arriba. La Luna actuaba un poco orgullosa.

Salvador seguía sin pensar mucho.  Aburrido se encontraba sobre la arena. De pronto volvió su vista sobre el perfil pensante de la Luna y le dijo fuertemente: – ¡¿Luna estás ahí?! ¿Me vas a hablar?, me estoy aburriendo más de lo que estaba.

– Disculpa pequeño – expresó un tanto sorprendida. – Me perdí un poco, ¿qué me habías preguntado?
­– Te pregunté si es que no te aburres allá arriba estando tan solita.
– Eh… No sé. Algunas veces me aburro, no tengo qué hacer. Me dedico a mirar el mar, a las personas, a las estrellas… esperando que aparezca el Sol para hacer mi otro turno de trabajo al otro lado del Mundo.
– No entendí mucho lo último. ¿Tienes que seguir trabajando después?
– Sí. Yo trabajo las 24 horas. El Sol también lo hace. Él es mi abuelo. La Tierra es mi madre. Todos estamos el día completo trabajando. Cuando tú ves al Sol, yo estoy al otro lado del planeta ayudándolo y ayudando a las personas.
– ¡Qué bacán! Es muy bueno lo que hacen todos. ¿Pero cómo ayudas tú a la gente? – Salvador estaba muy entusiasmado con la historia de la Luna. Había una bonita sonrisa en su cara.
– La noche es muy obscura y yo le doy luz a las personas, no tanta como mi abuelo, pero la luz que les regalo sirve mucho. ¿Qué sería una noche sin mí?, las estrellas no alumbran mucho, se ven bonitas y todo, pero eso es lo único que hacen. Además yo también le doy algo de belleza a la noche. Muchos escriben sobre mí, soy una musa inspiradora para algunos y eso me gusta demasiado. Aún así y todo hay momentos en que me aburro.
– ¿Pero cuándo te aburres no puedes ir a otra parte como yo?
– Me encantaría, pero no puedo. Mi trabajo es estar siempre en el cielo… girando alrededor de la Tierra.
– ¿Y por dónde te gustaría viajar Lunita?
– Me gustaría conocer todo el sistema solar. Visitar a todos los demás planetas, que son mis tíos y comunicarme con las demás Lunas, que lamentablemente no conozco a todas.
– Pucha Luna. Espero que te den permiso alguna vez para que puedas conocer a toda tu familia galáctica.
– Eso espero. ¿Pero tú?, ¿No te gustaría viajar a otro lugar? – Preguntó la Luna.
– Yo conozco muchos lugares. No necesito viajar para saber cómo son. Mi mamá y mi hermano grande me cuentan muchos cuentos. El otro día me contaron uno de piratas que viajaban por los siete mares y peleaban con los monstruos del mar y que conocían muchas, muchas ciudades. Yo creo que me gustaría ser un pirata algún día. Para viajar y viajar por todo el océano. – Relató Salvador con gran emoción.
– ¿Y qué otras historias te cuentan? yo he visto muchas, pero cuéntame tú primero.
– Está bien. Justo ayer mi mamá me contó una historia de un guerrero que tenía que salvar a su pueblo de la rabia del Dragón de la montaña. Me daba mucho miedo ese Dragón, porque era muy grande y fuerte, pero el guerrero con la ayuda de todo el pueblo pudieron derrotar al Dragón. Mi mamá me dijo que hay que ser valiente y ayudar a los demás, igual como lo hizo el pueblo entero. Todos pusieron sus fuerzas y pudieron acabar con el malo del Dragón.
– ¿Y cuál fue la parte que más te gustó?
– ¿La parte que más me gustó?... Eh...  Lo mejor fue el final, porque todo el pueblo estaba tranquilo y feliz. Aprendieron que con la ayuda de todos se pueden lograr grandes cosas. Y eso quiero yo, ayudar a mucha gente.
– Me parece muy bien que pienses así pequeñito.

Salvador sonrió. Le gustaba conversar con la Luna. Ahora le tocaba preguntar a él. – ¿Y cuáles son las historias que ves tú?
– He observado todas las emociones que sienten ustedes: La rabia, la alegría, la tristeza, la euforia. Vi también mucha soledad, angustias, llantos y muchas risas. Una vez escuché una conversación entre amigos, estaban peleando por una muchacha. Pero después estaban riendo, y es que se dieron cuenta que no vale perder una amistad de tantos años por alguien pasajero.
– Eso es verdad. Yo no pelearía con un amigo por una niña. ­ – Se quedó pensando un poco. Luego miró a la Luna y le dijo con un tono impaciente: – ¿Y has visto más cosas?
– Situaciones muy tristes han pasado frente a mis ojos, cosas que no debería contarte, porque eres muy pequeño todavía para entender.
– Pero yo quiero saber ahora. – Discutió un tanto enojado el retoño.
– Disculpa, pero hay cosas que los niños de tu edad no van a entender. Hay cosas que con solo vivirlas se sabe cómo se sienten. Todavía te falta crecer un poco pequeñín.
– ¿Entonces solo tengo que crecer?
– Solo tienes que crecer.
– Entonces yo quiero crecer ahora. ¿Cómo lo puedo lograr Lunita?
– No se puede crecer y ser como un adulto enseguida. – Salvador la miraba con atención – Tú tienes que preocuparte de solo ser un niño, un buen niño. Así aprenderás cosas nuevas todos los días, descubrirás nuevos mundos y podrás sentir cada hermoso momento. Ni te darás cuenta cuando ya pasados los años, sabrás muchas cosas que antes no sabías, entenderás muchas cosas que antes no entendías y vivirás cosas totalmente emocionantes. Solo tienes que ser un buen niño, creer que puedes lograrlo y creer en ti, que es lo más importante.

El joven niño tenía dibujada una sonrisa en su rostro. Quería crecer ya, pero sabía que eso era imposible, sabía que el único camino para crecer es ser un buen niño. Tenía súper claro que lo iba a lograr, porque él siempre creía en las cosas que hacía. Él lo lograría.
La Luna se quedó mirándolo, pensando es sus hermosas palabras. De pronto algo la sacó se ese estado.

– ¡Luna, Luna, Lunita! – Gritaba Salvador – Muchas gracias por conversar conmigo. Te agradezco mucho tus palabras. Desde ahora seré un buen niño, porque quiero saber muchas cosas y descubrir nuevos mundos, y sé que lo lograré. Creer en mí es lo mejor que sé hacer. – Muy emocionado estaba el jovencito.
– No hay de qué pequeño hermoso. Siempre estaré aquí si es que necesitas ayuda o quieres simplemente conversar. Yo me divertí demasiado junto a ti. Espero que vuelvas pronto. –La Luna estaba que lloraba.
– ¡Volveré!

El travieso niño se marchaba cuando repentinamente la Luna le pregunta:

– ¿Y cuál es tu nombre querido amigo?
– Yo me llamo Salvador. ¿Cuál es el tuyo?
– Todos me llaman Luna, pero tú me puedes decir Amiga.
– Está bien Amiga, sé que serás una de las mejores.

17 may 2012

El mismo Libro.

Siempre es lo mismo.
Siempre es la misma historia.
El huracán vuelve con todo. Es un ciclo que se cumple cada vez.
Este es el mismo apocalipsis emocional que se vivió en el ayer.
El monstruo nunca murió... siempre estuvo ahí esperando.

Era una vida confusa. Era un extraño martirio.
Es un eterno sufrir... por que la lluvia vuelve a caer.
Esa lluvia que duele con el alma; esa agua que cae
como lágrima. Una lágrima, un sufrimiento,
cada lágrima... del corazón.

Tuve que saltar. Reírme en cada ocasión anterior
no era suficiente. Sentí que tenía que batallar...
Conocía el cara y sello de la situación.
Sabía que era difícil, entré temblando.
Comencé yo... caí. No pude defenderme ante las mismas cosas de siempre.
Era un libro que leía desde hace años, el mismo libro
que me aburrió al combatir.

Puede que haya perdido, pero lo importante no era eso,
lo importante era saber defender lo que creo justo.
Lo hice bien a un comienzo... pero comenzaron a leer el mismo libro
otra vez. Hoja por hoja... el mismo libro otra vez.

No supe caminar sobre esos vidrios rotos, esos vidrios
que intentaron arreglar una y otra vez.
No pude alcanzar ese final y por culpa de eso, ahora escucho su sollozar.

Y eso es lo que más duele.